domingo, 7 de octubre de 2007

Pablo Guevara


Nacio el 23 de mayo de 1930. Estudio en las Universidades de San Marcos y la Católica de Lima, graduándose en letras. Tras un periodo de estancia en España y Dinamarca en la década de los 1960, regresó a Perú. Entre su obras destacan: Retorno a la creatura (Madrid, 1957), Los habitantes (Madrid, 1963 - Lima, 1965), Crónicas contra los bribones (Lima, 1967), Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú (1971), Un iceberg llamado Poesía (Lima, 1998), La colisión, En el bosque de hielos, A los ataúdes, a los ataúdes, Cariátides, Quadernas, quadernas, quadernas (Lima, 1999. Al final de su vida logró escribir un bello libro titulado "Hospital", el cuál fue publicado por sus compañeros poetas más cercanos: Gladys Flores, Rodolfo Ybarra, Gonzalo Portals, Carlos Carnero y Rafael Espinoza. Fue Premio Nacional de Poesía (1954) y Premio Copé de Poesía (1997). Fallecio el 2 de noviembre de 2006).


MI PADRE

Tenía un gran taller. Era parte del orbe.
Entre cueros y sueños y gritos y zarpazos,
él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida.
Con Forero y Arteche. Siempre Forero, siempre
con Bazetti y mi padre navegando en el patio
y el amable licor como un reino sin fin.

Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas
que alcancé a acariciar. Fue pobre como muchos,
luego creció y creció rodeado de zapatos que luego
fueron botas. Gran monarca su oficio, todo creció
con él. La casa y mi alcancía y esta humanidad.

Pero algo fue muriendo, lentamente al principio;
su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión,
algo se fue muriendo con esa gran constancia
del que mucho ha deseado.

Y se quedó un día, retorcido en mis brazos,
como una cosa usada, un zapato o un traje,
raíz inolvidable quedó solo y conmigo.

Nadie estaba a su lado. Nadie.
Más allá de la alcoba, amigos y familia,
qué sé yo, lo estrujaban.

Murió solo y conmigo. Nadie se acuerda de él.

UN ICEBERG LLAMADO POESÍA
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Y de pronto apareció por ahí ese maldito iceberg
llamado Poesía o Literatura o Aburrimiento o lo que fuera
con la única condición precisa de no devenir en Aburrimiento
ni por un instante…

Los viajes se podían repetir hasta el Aburrimiento
pero una vez llegados allí / a ese cape borrascoso o Cabo
de Nueva Esperanza o cabo furioso ¿vencería una vez más
el Aburrimiento/ el más temible malhechor de la Antigüedad
¿el más temido de los Tiempos Modernos?

2/3 de humanidad padece de hambres crónicas
-con frecuencia el tercio restante y muchos de los 2/3 se
aburren se aburren inexorable-mente-demencial-mente
tonta-mente se aburren se aburren se aburren….
Naufragando a cada momento en un mar de dementes aburridos
navegando en los bajeles rutinarios del más tonto aburrimiento
en un mar de aburridos aburrimientos…

Y había que vencer el Aburrimiento en el mismo huevo
a como diera lugar
antes que un campesino enorme musculoso se volviera un
guerrero lleno de astucias ¡Herakles
antes que fueran las Columnas de Hércules!
el Peñón de Gibraltar o Escila y Caribdis en el
Estrecho de Messina… que nos llenarían de pavor
y harían del barco miles de fragmentos aburridos
flotando sobre el mar…

¡Y no aburrirse durante cinco días y cinco noches!
¡y poder atravesar el Cabo de Nueva Esperanza con la
promesa de poder vencerlo! ¡cómo no salir corriendo
a comprar pasajes para esa travesía famosa!

Parafraseando a Stevenson:
"un barco es como una isla, una porción de sólido
rodeado de aburrimiento por todas partes"

¡Qué podía pasar entonces con este mausoleo flotante
prometido a la vida y no a la muerte! con más de
trescientos metros de eslora y unos ochenta metros de ancho
y alto como un edificio de once pisos
que parecía haber tenido a la muerte larvada en su seno
y estar lleno de adormideras rojas y blancas (opio)

Y como yo no era heredero de nada
-y no prometía nada a nadie… salvo unas palabras sueltas
unas letras apenas garrapateadas… letras por escribir
a mediano y a largo plazo aún por redactarse…

Yo no podía condenar a nadie
a vivir en mi compañía a vivir entre la luz y las tinieblas
las tinieblas y la luz y las soledades
por muchos años luz…

Y yo debía… ¡Jamás aburrirlos!...
si sucedía ya sabía a que atenerme…

(De Un iceberg llamado poesía)

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